Se despidió del amor
en la esquina de un sueño
y al cruzar la avenida
un boleto al insomnio halló,
no paró en el alto
de la ilusión
ni al mal tiempo;
y hace más de un lustro
que no late su corazón.
Los trenes iban y venían
con destino a la vida
y desde el andén
poco se observaba
por las ventanillas,
el humo grisáceo
de cada locomotora
impedían ver
donde la parca sentaba;
y allí permanecía
pálida
con su maleta repleta
de noches frías.