Cuántas!
Cuántas veces!
He intentado escribirle
y me sorprende el alba
con los dedos entumecidos
pasmados por la duda.
He invocado
al Dios de los poetas
en súplica, de nuevas palabras
que arrebaten
la coraza de esa gema
su corazón.
Un corazón que aún late
pero teme,
teme y se contiene
en un ánfora
sin el elíxir
de mi amor.